viernes, 28 de julio de 2006

Una Nueva Frontera Política

Para recuperar la capacidad de soñar

Introducción

Históricamente la oligarquía se ha encargado de viciar los hechos, las palabras y el sentido de ambos por parte de los protagonistas del nacimiento y crecimiento de la Argentina. Con el propósito de instaurar la Argentina militar-católica, dependiente del imperio británico y posteriormente del norteamericano. El proyecto monocultivador y dependiente de la importación de manufacturas, con campesinos embrutecidos y una pseudodemocracia a medida, era la Nación que imaginaban para todos nosotros.

Es posible que la acción del pensamiento nacional y latinoamericano haya perdido durante mucho tiempo contacto directo con las realidades de la vida de los pueblos. También es posible que el cultivo de las grandes verdades haya sido vedado a nuestros ojos a través de la instauración del neoliberalismo cultural, donde convergen el facilismo, la falta de voluntad para realizar cambios y la falta de coraje para creer que es posible construir una Argentina más justa. De esa manera es factible que nos gane la inmovilidad, la chatura intelectual o la demagogia del infantilismo de izquierda o el doble discurso del kirchnerismo, totalmente funcionales al capitalismo más concentrador.

Es tarea militante entonces, tratar de dilucidar la historia, el análisis de los verdaderos hechos políticos y sociales que nos trajeron hasta la actualidad, y a través de ese análisis comprender y difundir las verdaderas ideas radicales para la liberación nacional, que es el objetivo ideológico y doctrinario que nos legaran Alem e Irigoyen.


Un poco de historia

El plan revolucionario de operaciones de la 1ra. Junta de gobierno, elaborado por Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli, significaba para la oligarquía contrabandista local; (que se había beneficiado de la revuelta provocada a partir de heberse anoticiado que el Rey Fernando VII había caído y la Junta de Sevilla no tenía poder suficiente sobre las colonias virreynales); un verdadero atropello a su condición de clase, la respuesta no se hizo esperar. Los hechos se fueron sucediendo uno tras otro, el asesinato de Mariano Moreno, las misiones imposibles a las cuales fue destinado Belgrano, el final de Castelli con la lengua cortada, y los arribos al poder de Alvear y Rivadavia, las idas y vueltas para declarar la independencia, el desabastecimiento a San Martín en la campaña libertadora, posteriormente la suma del poder público para la consolidación de la tiranía rosista y el exterminio de los pueblos originarios a través del genocida Roca, los acuerdos comerciales desfavorables con Inglaterra, la sumisión a los planes británicos en la Guerra con Brasil y luego con Paraguay (primer país industrial de América), la entrada de los capitales británicos para diseñar el sistema ferroviario desde la visión de un centralismo expropiador que se llevó muchas de las riquezas argentinas, fueron configurando escenarios donde la oligarquía cipaya necesitaba mantener embrutecido al pueblo para que no participe de los asuntos públicos.

Pero un 26 de julio de 1890, un grupo de jóvenes, formados al calor del humanismo kantiano, pero también de un espíritu profundamente nacional, decidieron que era imposible seguir soportando los atropellos de una minoría, que creía ser portadora del ser nacional y frente a esas ideas vacías, se levantaron en armas para pelear por la libertad y la igualdad, se sublevaron contra ese legalismo autoritario para abrirse paso hacia la participación en la vida cívica que se les negaba. Se denominaron a sí mismos radicales, porque entendían que el sistema debía ser cambiado desde la raíz y no en algunas de sus partes. Entendían que todo el conjunto del régimen vigente era corrupto y nocivo para el pueblo. Muchos perdieron la vida por defender esa idea. Los que continuaron, eran encabezados por Leandro Alem y luego por Yrigoyen. Tuvieron que pasar más de 25 años de abstención intransigente para lograr que en nuestro país por fin hubiera elecciones libres, y un gobierno legítimo votado por la mayoría del pueblo.

Esto resultaba inconcebible para la oligarquía, la chusma había llegado al poder, para colmo con ideas que iban contra sus intereses de clase, como la creación de YPF, la Reforma Universitaria de 1918, la Marina Mercante, el Salario Mínimo Vital y Móvil, eran todas ideas locas que la oligarquía no podía aceptar.

1930, marca el año en que la oligarquía decide que su espacio político, para intervenir en los procesos gubernamentales democráticos cuando las ideas no les gustaban, eran las Fuerzas Armadas. Así se suceden 53 años del siglo 20 donde a un gobierno popular lo sucedía un golpe militar. Tal es así que durante esos años, ni se preocuparon en hacer que alguna representación política propia de su clase creciera lo suficiente, ya que podían intervenir cuando quisieran desde los golpes militares sin participar de la democracia.

El último de ellos y más sangriento de toda la historia (solamente comparable a las denominadas campañas al desierto, que significaron el aniquilamiento de más de 100.000 aborígenes poseedores legítimos de su tierra), fue para la Argentina una bisagra oscura en su historia, no solo por las violaciones a los derechos humanos que todos conocemos, sino por la estructura de país que generó.

El neoliberalismo tiene su origen fáctico en el golpe de 1976, si bien comenzó a introducirse ideológicamente desde la Noche de los Bastones largos de 1966, cuando decidieron que la Universidad pública, generadora de investigación y tecnología de punta, era nociva para los intereses de construir la Argentina latifundio de unos pocos ganaderos ricos y millones de hombres y mujeres sumidos en la pobreza absoluta.

La visión del autoabastecimiento y el desarrollo de la industria nacional de base, era el preludio político de la anulación de los contratos petroleros y la sanción de la ley de medicamentos, un presupuesto educativo cercano al 6% del PBI y una política enmarcada en la austeridad y la transparencia daban vida al gobierno de Arturo Illía. Pronto el “vandorismo” y la burocracia sindical peronista junto a los militares, organizarían el golpe.

La política de la dictadura de Onganía, volvía a beneficiar a los mismos de siempre, la caida del poder adquisitivo de los salarios y la inflación que no podía ser controlada, significaron el cierre de fábricas, la suspensión de trabajadores y sentenciaron la irrupción del cordobazo como expresión popular que selló definitivamente la suerte del onganiato.

Luego Lanusse, presionado por la resistencia peronista y las organizaciones armadas, convocaría a elecciones en 1973, sin la proscripción del peronismo, pero con Perón proscripto.

La idea del “nuevo hombre”, propia de las organizaciones armadas como FAP, FAR, PRT-ERP, etc, con base en el marxismo, fueron la realidad de la época. Nosotros no reivindicamos la lucha armada, pero respetamos el valor de los militantes y los ideales que los inspiraban, ya que el radicalismo tiene su origen en la lucha armada revolucionaria, y además muchos de los integrantes del PRT-ERP como el mismísimo Santucho, eran de origen radical.

El gobierno de Campora y posteriormente el de Perón, lograron instaurar una nueva división en el seno de una sociedad que venía resquebrajándose y acrecentando la brecha entre los que más tenían respecto de los que menos poseían. El general, optó por la derecha de su movimiento, así fue Lopez Rega Ministro de Bienestar Social, y desde su bunker creador de la triple A, primera fuerza paramilitar de extrema derecha que se encargaba de perseguir, torturar y aniquilar militantes del campo popular durante los gobiernos de Perón e Isabel Perón. La hiperinflación de Celestino Rodrigo, dejó debilitado al gobierno peronista y el caos social hizo que nuevamente la derecha tuviera la excusa de golpear los cuarteles, pese a las advertencias que el radicalismo le hizo al peronismo hasta último momento, con la idea de formar un gobierno de unidad nacional que preserve la democracia para todos los argentinos.

El golpe de Estado de 1976 significó para el país el aniquilamiento de una generación entera de militantes populares con los cuales se hubiera nutrido la política y los partidos, para transformar la realidad. Pero además de los crímenes de lesa humanidad, la dictadura tiene en su haber, los crímenes económicos la destrucción de la industria nacional, el beneficio explícito a la especulación, la quema de libros y las censuras, y la guerra de Malvinas. Fue el principio de la doctrina neoliberal. Porque mientras se cantaba por los triunfos de la selección de futbol en el mundial, a pocas cuadras del estadio de river, había compañeros torturados, mujeres violadas, bebés secuestrados y militantes masacrados, que la gente prefería desconocer, porque estaba ocupada comprando electrodomésticos importados.

Podemos sostener que el principal triunfo del neoliberalismo fue en lo económico-político, pero la realidad es que el verdadero triunfo de la derecha se instrumenta desde lo cultural, hemos cambiado absolutamente de país desde 1976 hasta la fecha, con la salvedad de un corto período entre 1983 y 1987.

En el período posterior, el menemismo, dio comienzo a la segunda fase del programa estratégico del neoliberalismo. Ya tenían asegurada la dependencia económica, entonces deberían asegurar la dependencia cultural definitiva. Esto fue organizado desde la reestructuración del sistema educativo y la banalización de todos los actos públicos y la política.

La lógica de que lo privado es más eficiente que lo público no tiene su origen en la economía, sino que debemos buscarlo en la propaganda cultural, así la mercantilización de los valores y la compra de voluntades políticas pasó a ser cosa de todos los días.

Las frases que se escuchan hoy son “es mejor formar parte de una fundación apolítica, que sea convocada por todos los gobiernos para proveer cuadros técnicos para la gestión, ya que desde allí se mejora la vida de la gente”. Nada más lejos de la realidad. La política y la ideología es lo que define la diferencia de los programas de gobierno y su orientación popular o no, y a través de ello, la gestión de lo público. Así es que quienes optan por la anterior propuesta, no lo hacen por principios.

El pragmatismo y lo que hoy se denomina sentido común, es el principio rector de aquellos que optan por la apolítica. Si Alem e Irigoyen hubieran sido pragmáticos, seguramente hubieran tenido cargos en los gobiernos conservadores y fortuna personal. Pero nada de eso es lo que hicieron ni es lo que nosotros pretendemos.

Hoy vivimos, luego del menemismo y el paso de De la Rúa un momento muy particular, Kirchner logró leer el complejo mapa político de una Argentina que gritaba que se vayan todos, y a partir de movidas mediáticas erráticas logró acumular un consenso que es sostenido desde su figura y permite que muchos de los que estaban sigan estando.

No existe el Kirchnerismo, esto debemos comprenderlo con absoluta claridad, lo que existe son grupos que desde la derecha y desde la izquierda apoyan la gestión del presidente.

Nuestro país marcha en el 2007 a una gran confrontación electoral, donde va a dividirse en dos grandes grupos, un bloque de derecha encabezado por Macri, Sobisch, Menem, Rodriguez Saa, Patti, Lopez Murphy y una errática Carrió, y por otro lado Kirchner, el socialismo, sectores del radicalismo y movimientos sociales que pueden conformar alianzas electorales o no. Pero que ninguno tiene en claro que haría si gana las elecciones, sencillamente porque no tienen proyecto.

El radicalismo estructural, ha dejado de ser una herramienta política válida. Hasta inclusive ha tergiversado el término “programa”. Hoy se supone que poniendo figuras intelectualmente reconocidas se demuestra hacia la sociedad que la UCR tiene programa o proyecto. Nada más lejos de la realidad.

El verdadero proyecto no se construye con individualidades, sino con un conjunto de voluntades organizadas que construyan en distintos frentes. En 1983, los actos masivos donde concurrían familias, gente humilde, profesionales, trabajadores, empresarios, etc se dio, debido a que la organización política UCR, se había dado previamente una discusión política madura y había comprendido el esquema de construcción de ese momento histórico. Se había encarnado en Raúl Alfonsín como la figura que resumía toda esa construcción y en él habían depositado su esperanza millones de argentinos. Pasar del acto del obelisco en 1983 al último acto de la Federación de Box plantea visualmente en que situación se encuentra el radicalismo y su expresión y representación política hacia la sociedad.

Es por eso que para nosotros este es un momento particularmente importante, donde nuestra organización debe plantearse si quiere ser grande de verdad y conducir los destinos de la ciudad y el país o si pretende esconderse en el anonimato miedoso.


Nuestra visión

La Coordinadora 26 de Julio es una corriente de pensamiento formada desde las ideas humanistas, conceptualmente democráticas, abierta y pluralista, que cree en las Instituciones republicanas, progresista en lo educativo, social y económico.

Integrada tanto por radicales, como por cualquier otra expresión del campo popular que comparta nuestras ideas y que tenga sobre todas las cosas la misma voluntad militante capaz de transformar la realidad manteniéndose constante en las ideas.

Desde la Coordinadora 26 de Julio, entendemos al Estado, no como un espacio donde obtener recursos, sino como el espacio constituido por derecho de todos los ciudadanos. Creemos que sus funcionarios deben dar explicación permanente de sus actos y llevar a cabo minuciosamente los programas de gobierno que hayan legitimado con la sociedad, caso contrario deben ser automáticamente removidos. Entendemos a las políticas públicas como herramientas estratégicas y tácticas que deben ser desarrolladas teniendo en cuenta las raíces ideológicas que profesamos. Defendemos a la Educación pública en todos sus niveles para garantizar desde la profundización verdadera de la gratuidad, la posibilidad de igualdad para todos. Sostenemos que la estructura sanitaria nacional debe instituirse como un eje vertebral de prevención, tratamiento y curación de todas las patologías que sufre nuestro pueblo, y que el Estado debe garantizar la prioridad de esto con los niños y los ancianos. Enfatizamos nuestro accionar sobre la situación de las grandes masas de desocupados, marginados y hombres y mujeres que provienen desde todos los rincones de Latinoamérica en busca de una mejor vida, a ellos la Argentina los debe acoger como ciudadanos plenos de derechos y deberes, profundizando las políticas de capacitación e inserción laboral con iniciativas productivas que el Estado en forma cooperativa debe accionar para instituirse en actor principal del sistema económico y de esta manera dejar de ser solo un actor más del mercado. La garantía de una Argentina equitativa es la activa participación del Estado en la economía y en especial en el suministro de los servicios públicos básicos para el desarrollo de la sociedad, Agua, Telefonía, Energía, transporte público, infraestructura, producción, desarrollo de tecnología, investigación aplicada, justicia y seguridad interior y exterior.

Motorizamos una verdadera reforma política, no solo desde los cambios estructurales de la República, sino desde los cimientos de la Educación Política y desde la democratización de los medios de comunicación. Es necesario establecer nuevas reglas de juego para evitar los lobbys de los grandes multimedios, para que la nueva democracia pueda abrirse a la presentación de actores y minorías que hoy están excluidas.

Nos atrevemos a desafiar a todas las estructuras políticas anquilosadas y perniciosas para la libre participación, en todas las instituciones del Estado. Entendemos que se debe instrumentar una verdadera política de formación de dirigentes, que no provengan de fundaciones financiadas por corporaciones multinacionales, sino que el Estado los forme y les garantice el sostenimiento de canales de participación para que puedan transmitir sus ideas libremente, en su formación deben entender a sus instituciones no como empresas, sino como bienes sociales.

Estamos dispuestos a construir un gran pacto social para recuperar la capacidad de soñar una realidad distinta.

La política es la herramienta que elegimos para transitar nuestra vida oponiendo toda nuestra fuerza a la injusticia, esta herramienta es la que nutre vitalmente a la democracia porque es el sistema que elegimos para vivir. Pero como en todo sistema, no debemos acostumbrarnos a aceptar lo establecido como correcto, las distintas legalidades que enmarcan a la democracia en determinados momentos históricos deben cambiar cuando así lo manifiestan los procesos sociales que a través de nuevas legitimidades hacen caducar los viejos esquemas legales transformándolos en legalistas conservadores del estatu quo.

La nobleza de la Política, su verdadera razón de ser, consiste en dominar las cosas fatales. Acercar a los problemas cotidianos de la gente la ciencia, la técnica, la posibilidad de ver una nueva frontera, un horizonte hacia el cual dirigir nuestros esfuerzos. Todo es posible a la libertad humana, pero para lograr esto, sobre todo debemos poder superar la contradicción entre los ideales y las prácticas del hombre.

Este esfuerzo es una búsqueda, no aspiramos, en modo alguno al monopolio de la verdad. El maniqueísmo que, con demasiada frecuencia, impera entre nosotros en el juego de la politiquería, provoca a la larga la corrupción, por acción, omisión o ignorancia en la cosa pública.

Nadie está completamente equivocado. Nadie tiene toda la razón. La asociación de los complementos es el fundamento de la acción eficaz en la verdadera Democracia.

Quienes sostienen ideas infalibles construyen en definitiva sistemas cerrados. Sostienen que la historia solo puede seguir un curso, y que lo esencial ha terminado. Entonces, los hombres solo pueden ser espectadores de su propio destino.

Para nosotros, se trata de comprender que el verdadero progreso consiste en transformar precisamente a los espectadores en actores, dejar que el ímpetu de la vida, más complejo, más fecundo, más creador que cualquier teoría, invente al fin libremente el porvenir.

Hoy asumimos un compromiso militante que se renueva todos los días, y ese compromiso es ideológico, político y de acción. No tiene ningún sentido la política sin esto.

La politiquería como deformación de la política es la consolidación de la no-ética, la no-transformación, la apología del poder y el dinero, en definitiva la construcción de la no-política.

Es entonces cuando debemos poner a prueba nuestro temple militante. La capacidad de soñar es nuestra principal arma frente a la decadencia ideológica y el auge de la politiquería.

Por eso en esta hora que vive la Argentina, la Coordinadora 26 de julio propone a todos sus integrantes un gran pacto para volver a soñar, un pacto que debe trasladarse hacia la sociedad, en cada uno de los lugares donde estamos, en la escuela, en el trabajo, en el barrio, en el club, en la familia. Hablamos de la recuperación de la capacidad de soñar para millones de argentinos que viven en la indigencia, la capacidad de soñar para los abuelos pobres, los jóvenes que no encuentran su lugar, los desocupados, los sin techo, los que buscan en la droga un falso refugio, los que hoy se sienten vencidos.

Podemos cambiar la realidad, podemos hacer posible lo imposible, podemos y debemos recuperar la capacidad de soñar, porque de eso depende el futuro pero sobre todo el presente de nuestro país. Adelante compañeros a protagonizar la historia y cambiarla de una vez por todas.

Buenos Aires, Mayo de 2006

Mesa directiva Coordinadora 26 de Julio